¿Qué quieres que haga?

¿Alguna vez has estado en medio de un ciclón, tormenta tropical o tornado?

¿O tal vez en alta mar cuando está más agitado? No es un momento muy agradable, ¿verdad?

Eso mismo les paso a los discípulos según Marcos 4:36-41.

Había una gran tormenta y ellos fueron a Jesús quien estaba durmiendo. Su pregunta fue: ¿no tienes cuidado que perecemos? Esta pregunta es importante porque a veces pensamos que Dios no está haciendo nada cuando pasamos por tormentas.

 

¿Pero qué tal si Dios está esperando que pongamos nuestra fe en acción?

Sin embargo, algo muy interesante paso.

Dios actuó y hubo calma inmediata.

Pero los discípulos una vez que Jesús calmo la tempestad, se llenaron de pavor y entre ellos decían: ¿Quién es este que aún el viento y el mar le obedecen? Aquí se termina esta historia.

 

¿Uhm?… ¿Qué pensaban los discípulos que Jesús iba a hacer?

 

Le piden que los salve, Jesús lo hace con poder y gloria, pero ellos entonces se llenan de pavor.

Que locura es el racionamiento del ser humano.

¿Cuál fue el problema?

Los discípulos no habían entendido quien era el que estaba con ellos en la barca.

Así mismo nos pasa a nosotros.

Vamos a Dios con dudas y temores, pedimos que haga un milagro, lo hace a su voluntad, pero con poder y aún somos infieles a su cuidado.

¿Qué nos pasa?

“¡Si Dios es con nosotros, quien contra nosotros!”

Romanos 8:31

Esta historia debe ser una de gran enseñanza para nosotros, porque la historia que sigue es la del endemoniado de Gadara registrada en Marcos 5, quien se postra delante de Jesús y le llama: “hijo del Dios Altísimo.”

Debemos de llegar a conocer al Dios de los cielos y la tierra.

Es un Dios poderoso.

Él acampa a nuestro alrededor solo para defendernos.

La actitud de los discípulos debió ser la de este hombre.

Debieron postrarse y honrarle por haberlos librado. Y nosotros también debemos hacer lo mismo.

¿Por qué tener temor cuando las tormentas de la vida aparecen?

 

¿De qué debemos atemorizarnos en esta vida?

“El salmista David lo dice bien: ¡A quien tengo en los cielos si no a ti! ¡Fuera de ti nada deseo en esta tierra!”

Salmos 73:25

Que cuando estemos en medio de la tormenta no dudemos en llamar al “hijo del Dios altísimo”, quien tiene poder sobre lo que pasa en la tierra y el mar.

No debemos de temer a la tormenta si sabemos quién es el que está con nosotros.

Si conocemos al que tiene poder sobre el mal y al que venció el mal en la cruz; entonces, saldremos victoriosos en su nombre.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.

 

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.

Filipenses 4:6-7

 

Esther Reyna

Carolina del Norte, Estados Unidos.

 

 

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