17 Sep ¿Sería cristiano Jesús?
¿Alguna vez se han puesto a pensar si Jesús sería el cristiano típico de hoy?
«No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar».
Romanos 12:2
Desde hace unas décadas el término light se ha puesto muy de moda.
Compramos queso light, leche light, chocolate light y un sin número de artículos light.
En fin, todo light.
Nos hemos acostumbrado a vivir una vida rápida, sin ataduras y eso mismo se refleja en nuestra vida espiritual.
En la actualidad predomina la tendencia de un cristianismo light, sin ningún tipo de arraigo, muy adecuado a todo tipo de tendencias y comodidades.
¡Sí! A la cultura del confort y de todo lo fácil.
Un cristianismo embotellado, ese cristianismo que parece que tomamos una pastilla y ya decimos, ¡hola! Soy cristiano, Dios te bendiga.
Predomina el cristianismo del entretenimiento, simplemente una fe basada en experiencias emotivas.
Es muy ideal para una sociedad vacía, insegura, temerosa y acomplejada. Ideal para vender canciones, libros y poemas sobre un Dios que no conocen y me atrevería a decir que no quieren conocer.
Una sociedad que mide tu valor por el número de likes que tienes en una publicación, o el número de seguidores que tienes en una red social.
Predomina ese Cristianismo light, de voy a iglesia, pero no me comprometo con Dios; y creo que Dios es amor, pero cuando las cosas se ponen difíciles, bye, bye Dios.
El cristianismo del éxtasis; que promueve la búsqueda de Dios como una sensación misteriosa o mística, pero con cero impacto en el carácter y en el compromiso de la vida.
Hoy impera la fe de la prosperidad y del show, la fe de las multitudes, de los supuestos milagros y las bendiciones que Dios otorga si le buscas, como si fuera una recompensa por seguirlo, como si Dios necesitara que lo siguiéramos.
En el cristianismo light, los líderes, son como si fueran celebridades del espectáculo.
¡Claro! De un espectáculo que sigue una liturgia, un espectáculo más recatado, y supuestamente «santo». Algunos líderes hasta se autodenominan como influencers.
Esos, los nuevos coaches de vida, que con mensajes de vida próspera y horóscopos bíblicos (como me gusta llamarles) buscan engañar y no se comportan como verdaderos embajadores del Rey. Quitándole el foco al verdadero influencer, Cristo Jesús.
Quiero que te pongas a pensar…
¿Cuántas veces al día vives un cristianismo de plástico?
Sí, ese cristianismo que llamaremos de plástico, porque su único fundamento es el individuo como sujeto de la gracia divina a través de la prosperidad como forma de bendición.
Ese cristianismo, que está definido por lo sensorial, emotivo y que no tiene ningún tipo de solidaridad.
Hoy, impera un cristianismo muy plástico, sin mártires como Esteban ni profetas como Jeremías que denuncian las injusticias.
Un cristianismo basado solo en marketing, en el que los líderes desde sus «púlpitos» espectaculares proclaman sus propias concepciones de Cristo, un Cristo tergiversado y vacío.
En ese evangelio de la abundancia no hay espacio para el amor al prójimo, el cuidado de las viudas y huérfanos, la interacción con la comunidad y la ayuda al pobre.
Este tipo de cristianismo se basa en una relación espiritual vertical y egocéntrica, en la que el prójimo no cuenta en la experiencia de la fe y la cruz pierde todo el sentido.
Donde yo solo pido para mí y si no recibo siento que Dios me abandonó.
Ese evangelio que lleva la autorrealización personal al plano de la fe, en el que el yo es sustituido por un espíritu, ¡y a saber cuál espíritu!
Frente a ese esnobismo espiritual, por llamarlo de alguna forma, existen millones pereciendo por falta de que nosotros dejemos a un lado nuestro egocentrismo e iniciemos a actuar como verdaderos hijos de Dios.
Bajo todas esas circunstancias…
¿Sería cristiano Jesús?
Jesús en las calurosas calles de palestina predicaba con su ahora icónico modelo de humildad y sencillez. Su vida sin duda es la mejor Storytelling del mundo y para eso él no necesito ser un plástico.
Es tiempo de dejar de ser un cristiano light, porque hoy Cristo nos apremia a volver a las raíces puras de su prédica: un Evangelio básico encarnado en el compromiso personal, en la misericordia, en su sacrificio; en la cruz y no en el trono.
Un Evangelio para liberar; para dar; para denunciar lo que está mal y un evangelio para abrazar al caído.
Procuremos que en el día final el Señor no nos diga:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
«Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia».
Mateo 23: 27
Madrid, España.
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